Las energías renovables, en pleno crecimiento, desempeñarán un importante papel para limitar el calentamiento global, pero su despliegue sigue obstaculizado por su coste y la feroz competencia de las energías fósiles, que emiten mucho más CO2. «Los dos tercios de las emisiones de CO2 están vinculadas con la producción, la distribución y el consumo de energía, por lo que descarbonizar el sector de la energía es probablemente el medio más rápido de descarbonizar el mundo», afirma Adnan Amin, director general de la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena).
Según los expertos de la agrupación internacional GIEC, para respetar el límite de emisiones de gases de efecto invernadero, habrá que aumentar la proporción de energías con bajo nivel de carbono en la producción de electricidad hasta el 80% para 2050.
En la actualidad, las energías renovables (eólica, solar, hidroeléctrica…) representan alrededor del 20% del mix eléctrico, pero a penas un 5% del consumo total de energía, dominado por el carbón y el petróleo.
Las renovables, que hace 15 años estaban prácticamente ausentes en el paisaje energético, ya han demostrado su eficacia para reducir las emisiones de CO2. En los países del G20, las emisiones vinculadas con la energía se estabilizaron el año pasado, un primicia en 40 años, explica el gabinete Enerdata.
En 2020, «las renovables representarán un 62% de las nuevas capacidades eléctricas instaladas en el mundo», afirma Paolo Frankl, jefe de la división de energías renovables de la Agencia Internacional de la Energía (AIE). En 2040, representarán casi la mitad de la producción eléctrica.